LA LLAVE DE LA HUMILDAD
Debemos entender que aquellas personas que se niegan a
reconocer sus errores están siempre muy lejos de alcanzar sus metas, pero al
aceptar nuestros errores y corregirlos siempre tendremos una nueva oportunidad
para triunfar. Para lograr esto se requiere de una sola actitud y es la humildad.
Humildad: es el reconocimiento de nuestras propias
limitaciones y debilidades y se actúa de acuerdo a este conocimiento.
Bill Clinton fue presidente de los Estados Unidos desde 1993 hasta el año 2001, llevaba a su
país por un camino de desarrollo y prosperidad. Sus decisiones lo encaminaban a
ser recordado como uno de los mejores presidentes de la historia de USA. Sin
embargo, cuando fue interrogado por su relación con Mónica Lewinsky negó públicamente
su error, pero cuando la verdad salió a luz, su popularidad decayó, su familia
sufrió un duro golpe y una vergüenza mucho mayor y su partido perdió las
siguientes elecciones. Negar el error solo incrementó las consecuencias, mancho
su imagen y la de su familia.
Humildad significa asumir la responsabilidad por las
acciones incorrectas que cometemos y por sus consecuencias. El problema no
reside en las equivocaciones, sino en vivir equivocado sin tener la humidad de
enmendar por la falta de capacidad de reconocer nuestros errores y apartarnos
de ellos. La única manera de corregir un error es admitirlo, aceptar la
responsabilidad y negarse a seguir cometiendo el mismo error. La humildad es tan poderosa ya que nos limpia
y permite mostrarnos tal cual somos, sin necesidad de aparentar o esconder
nuestras fallas. En la vida seguramente hay muchos errores que vamos a cometer como
para estar siempre cometiendo el mismo.
Dios habita con el humilde (Isaías 57:15)
Dios se agrada tanto de la humildad y de la capacidad
de reconocer la condición imperfecta que tenemos que se siente como en casa,
tanto que habita con el humilde. La humildad nos ayuda a reconocer que
necesitamos de Dios, que no podemos hacer nada sin El, seguramente cuando no
tenemos humildad estaremos con una actitud de altivez tratando de hacer las
cosas en nuestras propias fuerzas y seguramente no tendremos éxito en lo que
emprendamos. Muchas veces inconscientemente nos mostramos soberbios delante de
Dios cuando tratamos de hacer las cosas a nuestra manera, cuando en nuestras
fuerzas queremos lograr nuestras metas y seguramente le estamos enviando un
mensaje a Dios diciéndole que no importa lo que el diga vale mas nuestra
opinión.
Dios exalta al que se humilla (1 Pedro 5:5-6)
Una de las áreas donde demostramos humildad es cuando
obedecemos a nuestras autoridades, cualquiera que no es sujeto a autoridad no
podrá prosperar y por ende nunca pasará de donde está y será contado como
rebelde. En ninguna empresa promueven a
aquella persona que es soberbia y rebelde, siempre promueven a aquel que dentro
de sus actitudes está la humildad y obediencia.
Muy al contrario de lo que la gente piensa, ser
humilde no es un defecto sino una virtud que te llevará a alcanzar todo lo que
te propongas.
Dios no desprecia al corazón contrito y humillado (Salmo 51:17)
No trates de justificar siempre tus errores o de
echarle la culpa a alguien de tus equivocaciones. Cuando te equivoques y te
acerques a Dios con un corazón humillado siempre encontrarás Sus brazos abiertos
dispuesto a perdonarte y a darte una
nueva oportunidad.
El salmista sabía que uno de los sacrificios que a
Dios le agrada es tener un corazón contrito (arrepentido) y humillado y que
jamás despreciará a alguien que se acerca delante de El con una actitud de
humildad.
Hoy es un buen momento para que revises en tu
corazón sobre aquellas veces que te equivocaste, que cometiste un error el cual
afectó tu relación con tu esposa, con tus hijos, con tus padres o con tus jefes
y más aún si el error hizo que pecaras contra Dios, hoy tienes una oportunidad
para arrepentirte, para reconocer que lo hiciste mal y pedirle perdón a Dios y
a aquellas personas que ofendiste al no reconocer tu falla.